30 mar 2012

Los hijos de Don Quijote | Carlos Fuentes


Para mi generación, que es producto de la educación universitaria mexicana del medio siglo y de la etapa crítica de nuestra revolución, lo que está ocurriendo en el mundo hoy es algo que para nosotros fue siempre deseable, aunque casi nunca posible. Al finalizar la segunda Guerra Mundial, cuando mi generación entraba en la adolescencia, se creó un mundo políticamente artificial, dividido en dos bandos rivales. Había que pertenecer a uno u otro de estos bandos, escoger entre las dos ideologías, los dos sistemas, presentados con perfecta dualidad maniquea; mundo de buenos y malos absolutos.


La guerra fría sacrificó muchas posibilidades políticas, movimientos de reforma e independencia en una u otra esfera de influencia, abortados porque, si sucedían en la esfera norteamericana eran descalificados como comunistas y si sucedían en la esfera soviética eran denunciados como capitalistas. A lo largo de cuatro décadas nos quedamos sin las aportaciones políticas de muchas naciones pero también de muchas culturas que no correspondían, en su esencia, ni a la tipificación norteamericana ni a la tipificación soviética, sino que en sí mismas -del Río Bravo al Río de la Plata, del Báltico al Mediterráneo y del Sahara al Gobi- eran portadoras de valores propios, de tradiciones pacientemente urdidas a lo largo de los siglos y de renovaciones sólo compatibles con estas tradiciones, pero capaces, al mismo tiempo, de contribuir a la acción común de la humanidad.

La complicidad entre castrismo e Iglesia | Rafael Rojas

En la resaca de las tantas visiones promisorias sobre la visita del Papa a Cuba que circulaban desde fines del año pasado, hoy advertimos que los mayores beneficios del paso de Ratzinger por la isla tal vez no haya que buscarlos en Santiago o La Habana sino en Washington y Bruselas. La presencia en Cuba del líder de una iglesia que congrega a más de mil millones de fieles en el mundo tal vez ayude a consolidar el criterio de que la democratización cubana no se abrirá paso por medio de políticas basadas en el aislamiento diplomático de ese país o en sanciones comerciales contra su gobierno.

Al igual que en la visita de Juan Pablo II en 1998, la ciudadanía de la isla pudo escuchar a un jefe de Estado que habla de paz y libertad, de sociedad abierta y verdad cristiana. Todos, conceptos ajenos al discurso excluyente y confrontacional que ha caracterizado al gobierno cubano en más de medio siglo de poder. La forma manipuladora con que los medios oficiales enfocaron la visita y los mensajes del Papa y el modo abiertamente represivo con que las autoridades manejaron la seguridad nacional, antes y durante la estancia de Benedicto XVI en Cuba, fue una perfecta negación de esos mismos conceptos, serenamente formulados en las homilías del Papa.

29 mar 2012

Entrevista a Jacques Rancière | Paula Corroto

Discípulo de Louis Althusser, Jacques Rancière (Argel, 1940) es uno de los filósofos contemporáneos que más ha reflexionado sobre la ideología, la lucha de clases y la igualdad. Participó en el Mayo del 68 y escribió junto a su maestro Para leer El Capital. Ahora, la editorial Clave Intelectual acaba de publicar Momentos políticos, una selección de los artículos que escribió entre 1977 y 2009 en los que analiza cuestiones tan diversas como la guerra de Irak, la contrarrevolución intelectual que ha transformado la sociedad y la situación de las ideas comunistas.

¿Estamos viviendo en Europa un "momento político"? ¿Cómo describiría usted este momento?

Yo preferiría decir que se dan las condiciones para un momento así en la medida en que nos hallamos en una situación donde cada día se hace más evidente que los estados nacionales sólo actúan como intermediarios para imponer a los pueblos las voluntades de un poder interestatal, a su vez estrechamente dependiente de los poderes financieros. Un poco en todas partes de Europa, los gobiernos, tanto de derechas como de izquierdas, aplican el mismo programa de destrucción sistemática de los servicios públicos y de todas las formas de solidaridad y protección social que garantizaban un mínimo de igualdad en el tejido social. Un poco en todas partes, pues, se revela la oposición brutal entre una pequeña oligarquía de financieros y políticos, y la masa del pueblo sometida a una precariedad sistemática y desposeída de su poder de decisión, tal y como ha puesto espectacularmente de manifiesto el asunto del referéndum previsto e inmediatamente anulado en Grecia. Por lo tanto se dan, es cierto, las condiciones de un momento político, es decir, de un escenario de manifestación del pueblo frente a los aparatos de dominación. Pero para que tal momento exista, no basta con que se dé una circunstancia: es asimismo necesario que esta sea reconocida por fuerzas susceptibles de convertirla en una demostración, a la vez intelectual y material, y de convertir esta demostración en una palanca capaz de modificar la balanza de fuerzas modificando el propio paisaje de lo perceptible y lo pensable.

La tiranía de la memoria | Rafael Rojas

¿Por qué un político como Fidel Castro, que gobernó durante medio siglo Cuba y que no siguió gobernándola sólo porque su salud se lo impidió, que tiene a su hermano menor al mando del país y que jamás es cuestionado en la opinión pública de la isla, dedica su retiro a justificar insistentemente su lugar en la historia? En los últimos seis años, Castro ha publicado cuatro libros de memorias y ha agenciado la publicación de alguna biografía favorable. ¿Cuál es la raíz de esa obsesiva administración de un legado político?

Hay algo significativo, por no decir sintomático, en el hecho de que este dictador haya iniciado su carrera política anunciando que la historia lo "absolvería" y que la termine enfrascado en alegatos personales sobre su comportamiento en el pasado. Si no fuera forzar demasiado el paralelo, podría observarse en Fidel Castro el gesto de Luis XVI en la Torre del Temple, narrado por Lamartine en la Historia de los girondinos (1847). El historiador francés destacaba que en su alegato justificativo, antes de ser condenado a muerte por traición a la patria, Luis XVI atribuyó toda la tragedia francesa a la "situación" y al "tiempo" que le tocó vivir.

De mole en mole | Alfredo Jocelyn-Holt

In illo tempore éste fue un país siempre proporcionado. De haber desmesuras corrían por cuenta de la naturaleza. Lo que son las ciudades y demás poblamientos, es decir, la arquitectura pública y la rural vernácula, nunca fueron monumentales o excesivos. Basta fijarse, además, en nuestra afición criolla por los diminutivos ("un tecito", "un pancito"), señal incluso de apocamiento, como de perro apaleado, pero al menos no prepotente. Por tanto, no es raro que intentos de "agigantarse" en Chile -como hacer alardes de tener platas (en un país donde no las hubo), o inteligencia (signo de tonto grave), o poder (ni siquiera hemos tenido caudillos)- hayan sido tan mal vistos tradicionalmente; solían producir la impresión, ya no tanto, de que se estaba llegando tarde y, para peor, a empujones, al reparto de lo poco que había por estos lados.


No es el sueño del Tahrir | Timothy Garton Ash

Un año después, Egipto está dividido entre un aparato de seguridad aún muy atrincherado, unos islamistas en pleno ascenso político y unos revolucionarios que luchan para superar los problemas


"Muy bien, hablemos del pan", dice el parlamentario local Gamal al Ashri a los electores que llenan la sala. Es ya de noche. Delante del dilapidado edificio de viviendas en el que se celebra la reunión, una mujer rebusca en un enorme montón de basura maloliente, al borde de una calle llena de polvo y de baches. Agarra algo y se apresura a meterlo en una bolsa de plástico. Carros llevados por caballos, viejas furgonetas Volkswagen de color blanco y pequeñas motocicletas negras de tres ruedas (llamadas tuk tuk) compiten con los peatones en el caos atronador que constituye una calle egipcia. Estamos en un barrio pobre de Giza, a pocos kilómetros de las pirámides, pero fuera de cualquier itinerario turístico.

¿Qué aflige a Europa? | Paul Krugman

Las cosas están fatal en Lisboa, Portugal, donde el desempleo se ha disparado por encima del 13%. Las cosas están todavía peor en Grecia, Irlanda, y podría decirse que también en España, y Europa en su conjunto parece estar volviendo a caer en la recesión. ¿Por qué se ha convertido Europa en el enfermo de la economía mundial? Todo el mundo sabe la respuesta. Por desgracia, la mayor parte de lo que la gente sabe no es cierto, y las historias falsas sobre las tribulaciones de Europa están contaminando nuestro discurso económico.

Entrevista a George Steiner | Juliette Cerf

Nietzsche, Heráclito y Dante son los héroes de su nuevo libro, Poésie de la pensée (Poesía del pensamiento) pero tendrán que esperar un poco. George Steiner nos recibe en su casa de Cambridge con una confidencia bromista, entre un trozo de panettone y un café: cuando comenzó a funcionar el Eurostar, proponía dar un chelín al primer niño que lograra ver un pez en el túnel bajo el Canal de la Mancha. "¡Los padres se quedaban pasmados!", nos cuenta riéndose el profesor de literatura comparada. Esta combinación de broma y de erudición, de inteligencia y de amabilidad es lo que caracteriza a George Steiner. Nacido en París en 1929, de madre vienesa y de padre checo que había presentido el horror nazi, este maestro de la lectura políglota descifró a Homero y a Cicerón desde su más tierna juventud, bajo la batuta de su progenitor, un gran intelectual judío, apasionado del arte y la música, que quiso despertar en él al profesor (el sentido literal de la palabra "rabino"). En 1940, la familia partió a Nueva York en el último barco que salió de Génova. Tras realizar estudios en Chicago y luego en Oxford, Steiner se unió en Londres a la redacción de The Economist. Volvió a cruzar el Atlántico para entrevistar a Oppenheimer, el inventor de la bomba atómica, que le hizo entrar en el instituto de Princeton. Fue el "momento crucial" de su vida. Además de publicar sus grandes libros, Tolstoi o Dostoyevski, Lenguaje y silencio, etc., en gran parte escritos a partir de la materia de sus clases, funda el Churchill College en Cambridge, se convierte en crítico literario del New Yorker y trabaja en la universidad de Ginebra. Una entrevista con un gran humanista europeo cuyo pensamiento ha dado la vuelta al mundo.


Unas islas Glaciales | Alfredo Jocelyn-Holt

Así parece que las llamaba Jorge Luis Borges a las islas en disputa (vid. su "Milonga del muerto"). Se evitaba de ese modo decirlas en inglés o en español. ¿Licencia poética la suya o cuestión ésa de mapas, mapas de los que a Borges le gustaba un poco mofarse?

En inglés o en castellano, la burla, le daba igual. Bilingüe desde su infancia "aprenderá a leer en inglés antes que en castellano por influencia de su abuela materna de origen inglés", cuenta Emir Rodríguez Monegal. Su madre le decía "Georgie" y, de hecho, se sentía un poco inglés, y no por presunción; era un hombre sumamente humilde. En vísperas de recibir un Doctorado Honoris Causa de Oxford, le responde a la BBC: "Yo estuve una vez en Oxford, creo que pasé una noche allí, hará bastantes años, pero, de algún modo, puedo decir que siempre estuve en Oxford, y con más certidumbre, que siempre estuve en Inglaterra, no sólo por alguna sangre inglesa que tengo, sino porque casi todo lo que yo he leído, lo he leído en inglés". Además sus amigos le decían que escribía como en inglés: "Algo espontánea y no deliberadamente inglés, en mi manera de escribir en español".

28 mar 2012

El triunfo del mal | Alvaro Matus

El formato DVD ha hecho justicia con The wire, la excepcional serie de HBO que cuando se dio en el cable tuvo escaso éxito: no recibió grandes premios y su peak de audiencia fue apenas una tercera parte del de Los Sopranos. Hoy, sin embargo, son muchos los que la califican como la mejor serie de todos los tiempos, la más ambiciosa, subyugante y, también, la más atrevida a la hora de reflejar la eterna lucha entre el bien y el mal.