14 sept 2011

Sarmiento regresa | Natalio Botana


El 23 de noviembre de 1850, D. F. Sarmiento (firma de este modo, con dos iniciales) le escribe a Félix Frías, residente en Francia desde 1848, una carta en la cual se queja de que los libros que le ha enviado a Europa –una lista que cierra Argirópolis– se han perdido. “Este último –añade– es una solución a la cuestión del Plata, la única, noble, creadora, grande, duradera”. Luego de esta cascada de autoelogios le solicita ayuda:  “Vea V. el Argyropolis y apóyelo. Está en él señalado un norte, a donde esos estados del Plata han de converger so pena de morir en esfuerzos y divagaciones inútiles”.

Mientras en esta misiva Sarmiento caracteriza a Charles de Montalembert (el líder católico admirado por Frías, integrante de la Asamblea en la Segunda República francesa) como “un tonto osado”, no pierde de paso la oportunidad para sepultar el destino del general unitario José María Paz: “El General Paz es un hombre que ha terminado moralmente su carrera y los hombres nuevos que se han levantado en la opinión son demasiado robustos para tomarlo de muleta para mantenerse en el poder”.

12 sept 2011

Chile a la sombra de las espadas | Jacques Grignon-Dumoulin


Continuando con la publicación de Chile: los albores de la UP y la dictadura militar, dejamos a disposición del público los videos de Le Chili à l'ombre des épées, reportaje dirigido por Jacques Grignon-Dumoulin que fue encontrado por Matías Wolff entre los archivos de l'Institut National de l'Audiovisuel. 

Esta vez, el material audiovisual se concentra en los días inmediatamente posteriores al golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, en plena celebración de unas mudas fiestas patrias. Se trata de imágenes que rescatan el testimonio de personajes mundanos -desde el poblador de los cordones periféricos de la ciudad de Santiago hasta el burgués de la acomodada comuna de Providencia- sobre el reciente golpe de estado. Viéndolos en retrospectiva, a sabiendas de los 17 años de dictadura que faltaban por sufrir, llama la atención la credulidad de estos testimonios; y es que todos, atónitos o desesperanzados, regocijados o furiosos, traslucen la sensación de estar en un acontecimiento transitorio y momentáneo, como si estuviesen viviendo un sueño o pesadilla que pronto va a acabar.

Cuba: tiempos de cambio | Documental de Rodrigo Vásquez & Al Jazeera


Cuba: The times are changing es un documental de reciente aparición producido por la cadena catarí Al Jazeera y dirigido por el argentino Rodrigo Vásquez. En 24 minutos de duración, las imágenes registran el impacto que ha tenido en la isla la liberalización económica impulsada por el Partido Comunista desde comienzos de 2011. La reforma ha consistido en traspasar al sector privado parte de los trabajos solventados por el aparato estatal: 500 mil trabajadores fiscales fueron despedidos mientras se otorgaron un millón de licencias para que la ciudadanía estableciera negocios particulares. Todo un país que hasta ayer vivió al amparo del Estado ha sido llamado a competir económicamente con sus compatriotas, generando una verdadera revolución de las mentalidades. Se trata, sin duda, de la mayor reforma en 52 años de Revolución.

¿Cómo se enfrentan los cubanos a este desafío? ¿Impulsarán estas reformas una liberalización política? ¿Qué rol están cumpliendo los medios informativos? ¿Es el comienzo del fin del comunismo cubano, o es el inicio de un capitalismo estatal dirigido, como ocurre en China? Estas son algunas de las preguntas que intenta dilucidar este film de espléndida manufactura.

11 sept 2011

El 11-S parecerá un desvío en la historia | Timothy Garton Ash

Entre las numerosas teorías de la conspiración que circulan a propósito del 11-S, una que aún no he visto es que Osama bin Laden era un agente chino. Sin embargo, camaradas (como solían decir los comunistas), se puede decir objetivamente que China ha sido el mayor beneficiario de los 10 años de reacción de Estados Unidos tras las puñaladas islamistas recibidas en su corazón.

En otras palabras: cuando se escriban artículos sobre el aniversario el 11 de septiembre de 2031, ¿hablarán los comentaristas de una guerra de 30 años contra el terrorismo islamista, comparable a la guerra fría, y la considerarán el rasgo fundamental de la política mundial desde 2001? Creo que no. Lo más probable es que digan que lo que define este periodo en su conjunto es el histórico traspaso de poder de Occidente a Oriente, con una China mucho más poderosa, un Estados Unidos menos poderoso, una India más fuerte y una Unión Europea más débil.

Como señala el historiador de Stanford Ian Morris en su interesantísimo libro Why the West rules-for now, este cambio geopolítico se producirá en el contexto de unos avances tecnológicos de una rapidez sin precedentes, por el lado positivo, y una cantidad de retos mundiales también sin precedentes, por el negativo.

Por supuesto, estas no son más que conjeturas basadas en el conocimiento de la Historia. Pero, si la situación avanza más o menos en ese sentido (o en cualquier otra dirección que no tenga que ver con el islam), la década posterior al 11-S en la política exterior estadounidense parecerá un desvío; un desvío muy amplio y lleno de consecuencias, sin duda, pero no la carretera principal. Es más, si la primavera árabe concreta sus promesas modernizadoras, los atentados terroristas en Nueva York, Madrid y Londres serán auténticos restos del pasado: un final y no un principio. Aunque la primavera árabe se convierta en un invierno islamista, y la vecina Europa se vea amenazada, eso no significa que la lucha contra el islamismo autoritario y violento vaya a ser el rasgo fundamental de las próximas décadas. El islamismo violento seguirá siendo un peligro importante, pero, en mi opinión, no el más decisivo; sobre todo para Estados Unidos.

Podemos examinar esta misma idea mediante una hipótesis. En el verano de 2001, la concepción geopolítica del mundo que tenía el Gobierno de George W. Bush, si es que la tenía, consistía sobre todo en la inquietud por la posición de China como nuevo rival estratégico de Estados Unidos. ¿Qué habría ocurrido si no se hubieran producido los atentados del 11-S y Estados Unidos hubiera seguido centrando su atención en esa rivalidad? ¿Y si hubiera sabido ver que la victoria de Occidente al final de la guerra fría y la consiguiente globalización del capitalismo habían desatado en Oriente unas fuerzas económicas que iban a convertirse en su mayor desafío a largo plazo? ¿Y si Washington hubiera llegado a la conclusión de que esa rivalidad exigía, en vez de más poderío militar, inversiones más abundantes e inteligentes en educación, innovación, energía y medio ambiente, además del pleno despliegue del poder blando de Estados Unidos? ¿Y si hubiera comprendido que, ante el renacimiento de Asia, era preciso reequilibrar la relación entre consumo, inversión y ahorro en Estados Unidos? ¿Y si su sistema político y sus dirigentes hubieran sido capaces de actuar basándose en esas conclusiones?

Aun así, China e India estarían en ascenso. Aun así, habría un traspaso de poder de Occidente a Oriente. Aun así, nos enfrentaríamos al calentamiento global, la escasez de agua, las pandemias y todos los demás jinetes del apocalipsis de la era moderna. Pero cuánto mejor preparado estaría Occidente, y en especial Estados Unidos.

Fin de la hipótesis. Se produjeron los atentados; Estados Unidos tenía que responder. Un Gobierno que, hasta entonces, había buscado algo que diera sentido a su mandato lo encontró con creces. Diez años después podemos decir que la amenaza de Al Qaeda ha disminuido enormemente; no ha desaparecido, porque eso nunca ocurre con el terrorismo, pero sí disminuido. Y esa es una victoria; pero a qué precio.

Estados Unidos libró dos guerras, una por necesidad, en Afganistán, y otra por elección, en Irak. La de Afganistán podría haber acabado antes, con menos costes y mejores resultados, si el Gobierno de Bush no se hubiera lanzado a invadir Irak. Estados Unidos ha dañado su propia reputación y ha debilitado su poder blando (la capacidad de atracción) con horrores como los de Abu Ghraib. Mientras tanto, y en parte como consecuencia de lo sucedido durante esta década, Pakistán, un país nuclearizado, es un peligro mayor que hace 10 años. En el mundo musulmán en general, incluidas las comunidades musulmanas de Europa, existen tendencias contradictorias. Podemos ver muestras de modernización y liberalización, tanto en la primavera árabe como entre los musulmanes europeos, pero también -es el caso de Pakistán y Yemen- de mayor radicalización islamista.

Un gran proyecto de investigación llevado a cabo por la Universidad de Brown sobre los costes de la guerra establece que, durante estos 10 años, "han ido a la guerra más de 2,2 millones de estadounidenses y han regresado más de un millón de veteranos". Calcula que el coste económico total que han tenido hasta ahora las guerras en Afganistán, Irak, Pakistán y otros escenarios de actuación antiterrorista asciende a una cantidad entre 3,2 billones y 4 billones de dólares. Según sus previsiones de actividad probable hasta 2020, esa suma podría ser de hasta 4,4 billones de dólares. Los expertos pueden no estar de acuerdo sobre las cifras, pero no hay duda de que son gigantescas. Redondeando, representan aproximadamente la cuarta parte de la enorme deuda nacional de Estados Unidos, que a su vez está empezando a acercarse al 100% del PIB.

Pero eso no incluye, en absoluto, lo que los economistas llaman los costes alternativos o de oportunidad. No se trata solo de todo lo que Estados Unidos habría podido invertir en recursos humanos, puestos de trabajo cualificados, infraestructuras e innovación con 4 billones de dólares, o incluso con la mitad de esa cantidad, si se supone -con generosidad- que había 2 billones que eran realmente necesarios para dedicar medios militares, de seguridad y de inteligencia a reducir la amenaza terrorista contra Estados Unidos.

Se trata, sobre todo, de los costes de oportunidad en atención, energía e imaginación. Para entender un país, conviene preguntarse quiénes son sus héroes. En esta década, Estados Unidos ha tenido dos tipos de héroes. Uno, el de los empresarios e innovadores. Steve Jobs, Bill Gates. Otro, el de los guerreros: el Marine, el SEAL de la Armada, el bombero, todos "nuestros hombres y mujeres de uniforme". El otro día, en CNN (no Fox News) oí a la presentadora hablar de "nuestros guerreros", como si fuera un apelativo neutral y propio del oficio. Y al oír alguna de las historias de valor individual de esos estadounidenses de uniforme, siempre me siento asombrado, inspirado y empequeñecido. Eso tiene que quedar claro en este aniversario. Pero no puedo evitar preguntarme a qué puestos de trabajo van a volver estos valientes. ¿A qué hogares, qué vidas, qué escuelas para sus hijos? Los sondeos de opinión indican que eso es lo que se preguntan también muchos estadounidenses. Sus prioridades están otra vez dentro de sus fronteras.

Lo que dijo el presidente Obama el jueves en su discurso extraordinario ante el Congreso sobre la creación de empleo es más importante para ellos que las palabras que pueda pronunciar, por elocuentes que sean, cuando hable en la catedral Nacional de Washington -con las huellas del reciente terremoto- el domingo, para conmemorar el aniversario del 11 de septiembre. Los guerreros merecen todos los honores, pero los héroes que Estados Unidos necesita hoy son los que sean capaces de crear puestos de trabajo.

7 sept 2011

Chile: los albores de la Unidad Popular y la dictadura militar en imágenes de la televisión francesa


A continuación presentamos dos reportajes con imágenes registradas en Chile por la cadena de televisión L’Office de Radiodiffusion Télévision Française (ORTF) entre los años 1971 y 1973.

La primera parte, titulada "Chili: six mois d'unité populaire", muestra imágenes filmadas en mayo de 1971 que dan cuenta del fervor de los primeros seis meses de la Unidad Popular. El equipo de la cadena francesa, encabezado por Jean Bertolino, recorre Chile registrando las expectativas y contradicciones del proceso revolucionario iniciado por el gobierno de Salvador Allende y en general las de un país que ignora su avance hacia el abismo.

La segunda parte, titulada "Spécial Chili", registra las semanas posteriores al golpe de Estado ocurrido el 11 de septiembre de 1973. El mismo equipo televisivo francés ahora se desplaza por las calles de un Santiago de Chile sitiado, ocupado y vigilado.

A cuarenta años de distancia, el conjunto de estas inéditas imágenes —encontradas por Matías Wolff en archivos audiovisuales franceses— puede leerse como el relato de un Chile fantástico y terrible, en el cual la “revolución a la chilena” a ratos se parece demasiado al sueño de un niño y la dictadura militar, por su parte, a la más brutal de las pesadillas.

1 sept 2011

Más allá del conflicto educacional: Malestar social y crisis de representatividad política en Chile | Nicolás Ocaranza

Mucha tinta ha corrido para analizar la crisis del sistema político, la deslegitimación de los partidos y la escalada de movilizaciones sociales que reclaman el fin del lucro en las instituciones escolares y universitarias, así como mejores mecanismos de regulación de la educación pública. 

Entre las propuestas lanzadas al vuelo por politólogos y sociólogos, varias de ellas más intuitivas que científicas y reflexivas, destaca una idea fuerza que, confrontada con algunos datos empíricos, no resiste ningún análisis. La idea defendida por el sociólogo Eugenio Tironi y el investigador de mercado Roberto Méndez, a propósito de un artículo aparecido en The Economist, apunta a que Chile habría alcanzado un determinado umbral de modernidad gracias al aumento de los ingresos per cápita, lo que habría convertido a sus ciudadanos en individuos más exigentes y empoderados, así como en activos fiscalizadores de las actividades del gobierno y de los otros poderes del Estado.

Frente a esa “intuición” hay otra lectura que permite analizar el problema desde la anormalidad del sistema político chileno y su relación con algunos factores socio-económicos que inciden directamente en la perpetuación de las desigualdades sociales.

El determinante central de este nuevo ciclo de movilizaciones es la llegada de la derecha al poder y las oportunidades políticas que ofrece un gobierno poco receptivo a la voluntad popular y al diálogo con las fuerzas opositoras. El cambio de alineaciones políticas, la división de las elites, la difusión de las causas en las redes sociales, la acción colectiva y los nuevos marcos culturales que resuenan en la población chilena serían los factores que inciden en el clima de indignación y de permanente movilización (1). El escenario político post Concertación abrió un camino favorable a las movilizaciones que hizo posible la conexión de unidades contestatarias que antes estaban desconectadas (profesores, estudiantes, ecologistas, opositores a la derecha, defensores de una asamblea constituyente) y que las protestas alcanzaran un cierto grado de empatía o reconocimiento ciudadano, legitimándose ante una opinión pública que antes se mostraba escasamente receptiva de ellas. 


Contrapunto argentino | Alfredo Jocelyn-Holt

Estoy en Buenos Aires. Paseo y recorro a pie lo típico: el centro con sus teatros y librerías, el Barrio Norte, la Recoleta, Retiro, Palermo. La situación económica está mejor. Eso dicen, aunque cuesta medirlo entre tanta afluencia fenicia. Las tiendas de la Recoleta no tienen nada que envidiarles a las más conspicuas de Roma. Las señoras de visón paseando a sus yorkshire-terriers, frente al Hotel Plaza, podrían estar en el del Central Park de Nueva York; los señores de loden son idénticos a los del barrio Salamanca de Madrid (sí deben hasta pensar y rezar parecido).

Lo propiamente criollo es el contraste. El que, en estos mismos barrios cosmopolitas y lujosos, por la noche, cartoneros escarben la basura para  comer, o que indigentes se cobijen pegados a las vitrinas para entibiarse. Entiendo que sigue habiendo 14 millones de pobres en Argentina, y el país sin elecciones (le basta con primarias) es irrefrenablemente peronista. Izquierdoso-populista, mejor dicho, pero -para un chileno actual- una Argentina algo rara, sorprendentemente indulgente con estas inequidades. Diez años atrás, en pleno "corralito", Buenos Aires ardía con piqueteros, cacerolazos y saqueos, encapuchados y soldadesca, a caballadas y a pedradas por Corrientes, el Obelisco y la 9 de Julio.

Cormac McCarthy en un conflicto entre el nihilismo y la fe | Pablo Moscoso

El tipo es extrañamente solitario. Vive en algún lugar en medio del desierto de Nuevo México y no da entrevistas. Hasta hace poco sus fotos eran escasas, todas de otra época. Años 60 quizás. Candidato al Nobel de Literatura, Cormac McCarthy ha establecido una relación fecunda con el cine. Tres de sus libros han visto la pantalla grande -dos de ellos, No es país para viejos y La carretera, con gran éxito- y ahora su segunda obra de teatro, The Sunset Limited (2011), es llevada al cine bajo la dirección de Tommy Lee Jones, con el guión del propio escritor.

En sus novelas habla de desolación, de paisajes vacíos y personajes decadentes; de tipos rudos que parecieran estar más allá del bien y del mal. Siempre reserva, en estos páramos de polvos y nadas, una cierta grandeza a sus protagonistas, una solvencia moral que contrasta con los lugares que habitan. Sin embargo, en The Sunset Limited estos parámetros parecen diluirse. La amplitud de los paisajes de la adaptación de los hermanos Coen en No hay lugar para los débiles es reemplazada por un cuchitril ruinoso enclavado en algún lugar de Harlem, en la calle 155 con la Octava Avenida.